Diálogo: alternativas a la guerra en Ucrania (2) La lógica de la lucha desarmada. Primera parte.


«En primer lugar, no pretendo tener respuestas definitivas sobre Ucrania, y no soy especialista en Ucrania o Rusia. Lo que puedo hacer es señalar lo que sabemos hoy sobre la lucha desarmada, e insinuar cómo podría ser potencialmente relevante para el pueblo de Ucrania». La investigadora y profesora noruega Majken Jul Sørensen intenta explicar lo que cree que podría ocurrir en el caso, muy improbable, de que la gente en Ucrania decidiera poner fin a la lucha armada y pasar a luchar exclusivamente con la resistencia no armada.

En línea con nuestro interés en difundir la relevancia histórica del trabajo Porqué funciona la resistencia civil: la lógica estratégica del conflicto noviolento , de Chenoweth y Stephan, hemos decidido igualmente traducir y publicar en distintas entregas el texto de esta profesora pacifista noruega titulado El pacifismo hoy: un diálogo sobre alternativas a la guerra en Ucrania en distintas entregas. En esa primera entrega de la traducción irán apareciendo linkadas la totalidad de las entregas que, como ésta de ahora, iremos publicando.

La lógica de la lucha desarmada

EL ESCÉPTICO: ¿Puede darme al menos un ejemplo de un boicot electoral o escolar que haya funcionado según lo previsto?

Majken: En primer lugar, no pretendo tener respuestas definitivas sobre Ucrania, y no soy especialista en Ucrania o Rusia. Lo que puedo hacer es señalar lo que sabemos hoy sobre la lucha desarmada, e insinuar cómo podría ser potencialmente relevante para el pueblo de Ucrania. Intentaré explicar lo que creo que podría ocurrir en el caso, muy improbable, de que la gente en Ucrania decidiera poner fin a la lucha armada y pasar a luchar exclusivamente con la resistencia no armada. Aunque el escenario para Ucrania es, por supuesto, especulativo, los ejemplos en los que baso mis argumentos han tenido lugar realmente. Empecemos con un ejemplo que tiene algunas similitudes con Ucrania, aunque tenga más de 80 años, que puede que te resulte inspirador.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Noruega estaba ocupada por la Alemania nazi. En 1942, Vidkun Quisling, del pequeño partido nazi noruego NS, se convirtió en ministro-presidente de Noruega. Sólo contaba con el apoyo de una pequeña minoría de noruegos, de hecho su nombre se ha convertido desde entonces en sinónimo de traidor. Quisling tenía grandes planes para difundir la ideología nazi en Noruega y pretendía empezar con la nazificación de la Iglesia y las escuelas. También introdujo una organización juvenil obligatoria para niños de entre 10 y 18 años, siguiendo el modelo de la Hitlerjugend de Alemania. Sin embargo, la resistencia del clero, los profesores y los padres estaba tan coordinada y al unísono que nada de esto llegó a materializarse en la práctica.

EL ESCÉPTICO: Parece increíble, ¿cómo lo consiguieron?

Majken: Empecemos por la Iglesia, ya que fueron los primeros (6). En aquella época, Noruega tenía una Iglesia estatal luterana, en la que el clero trabajaba como funcionario del Estado, aunque también tenía sus propias estructuras independientes de toma de decisiones. Cuando los nazis empezaron a interferir en los asuntos eclesiásticos, los obispos y los sacerdotes dimitieron de sus cargos de funcionarios, pero siguieron cumpliendo con sus obligaciones hacia sus congregaciones. A pesar del riesgo, la decisión de dimitir se tomó casi al unísono: 645 obispos y sacerdotes abandonaron sus puestos de funcionarios, de un total de 699. Aunque el Ministerio de Iglesia y Educación respondió que no era posible dimitir sólo de una parte de las funciones, así fue. Aunque, por supuesto, perdieron sus sueldos, la gran mayoría de los sacerdotes siguieron trabajando en sus iglesias como hacían habitualmente, sobreviviendo gracias a acuerdos económicos alternativos y al apoyo de sus congregaciones.

EL ESCÉPTICO: ¿Pero por qué los nazis no enviaron a todos los sacerdotes y obispos a campos de prisioneros o simplemente los mataron?

Majken: Me sorprendería que no consideraran esa posibilidad. Pero aquí tenemos que recordar que un ocupante quiere calma, y una apariencia de tener el control. Si hubieran matado a los 645, habría causado un gran revuelo. Enviarlos a todos a campos habría dejado a las iglesias casi sin sacerdotes, y eso sería lo contrario de la normalidad. Además, ¿quién habría podido ocupar sus puestos con un mínimo de legitimidad? No había otros 645 sacerdotes noruegos educados por los nazis esperando en los pasillos. Además, la situación con los profesores y las profesoras se desarrollaba en paralelo, probablemente causando tanta preocupación que los nazis no querían agravar la situación con la Iglesia.

Puede que hasta el 90% de las 14.000 profesoras y profesores noruegos participaran. Era algo que el profesorado consideraba tan importante que estaba dispuesto a correr el riesgo, aunque no supiera exactamente cuál sería el riesgo

En el caso del profesorado, ya en 1941 hubo indicios de su postura antinazi, cuando el partido nazi noruego intentó hacerse con el control de su organización profesional (7). El profesorado retiró su afiliación a la organización y, en su lugar, empezaron a organizarse en la clandestinidad, difundiendo directrices claras a todos los profesores y profesoras: cualquier intento de obligar al profesorado a afiliarse al partido nazi, introducir propaganda nazi en la escuela o contribuir a organizar la organización juvenil nazi debía ser rechazado. De ese modo, el profesorado estaban en cierto modo preparado de antemano. En 1942, los nazis querían obligar a todo el profesorado a afiliarse a una nueva organización nazi llamada Norges Lærersamband (NL). La organización clandestina de profesores y profesoras debatió con otras organizaciones clandestinas cuál sería la mejor respuesta. Acabaron decidiendo que todo el profesorado debía enviar declaraciones individuales al Ministerio de Iglesia y Educación, explicando que no se consideraban integrantes de la NL porque iba contra su conciencia educar a los jóvenes y las jóvenes según las nuevas directrices.

EL ESCÉPTICO: Eso suena muy arriesgado. No creo que la mayoría del profesorado se atreviera a hacerlo.

Majken: Se atrevieron. Puede que hasta el 90% de las 14.000 profesoras y profesores noruegos participaran (8). Era algo que el profesorado consideraba tan importante que estaba dispuesto a correr el riesgo, aunque no supiera exactamente cuál sería el riesgo. Quienes organizaron la firma de las declaraciones se habían preparado para que algunos profesores fueran ejecutados; aunque la represión fue dura, no llegó tan lejos. Una de las razones podría ser que quienes organizaban habían pensado en cómo reducir el riesgo en la medida de lo posible. Comprendieron que las primeras personas en firmar serían las más vulnerables y que un castigo severo contra ellas podría disuadir a las demás de firmar. Por ello, las instrucciones al profesorado fueron que todos y todas publicaran su declaración el mismo día, el 20 de febrero.

EL ESCÉPTICO: De acuerdo, pero los nazis debieron de reaccionar muy enérgicamente ante semejante alboroto.

Majken: La primera respuesta del Ministerio de Iglesia y Educación fue que quienes no retiraran su declaración sufrirían el despido, y para demostrar que lo decían en serio, retuvieron los sueldos el 25 de febrero. Sin embargo, el profesorado continuó tranquilamente su trabajo como si nada hubiera pasado. Una vez más, es obvio que la unidad del profesorado hizo mucho más difícil para el ministerio averiguar cómo responder, similar a la situación con los sacerdotes. Si despedían a tantos profesores y profesoras, ¿quién educaría a la infancia? En lugar de eso, decidieron cerrar las escuelas, con la excusa oficial de la escasez de leña para calentar las aulas.

…el ejercicio del poder depende siempre de la cooperación… esta idea es crucial para comprender la dinámica de la acción noviolenta.

Hasta entonces, era la administración nazi noruega la que había manejado la situación, pero tras un mes de estancamiento y escuelas cerradas, la administración de ocupación alemana interfirió. Ordenaron a la policía que detuviera a 1.100 profesores varones, lo que se hizo en todo el país. Aquí se puede especular sobre por qué la mayoría de los policías noruegos fueron tan obedientes, y qué habría pasado si también se hubieran negado a cooperar con los nazis y no hubieran arrestado a los profesores. Pero esa habría sido otra historia. 1100 profesores fueron arrestados y, finalmente, cerca de la mitad de ellos fueron enviados a trabajos forzados en el norte de Noruega. Por el camino, fueron sometidos a torturas y recibieron comida y alojamiento inadecuados. Algunos profesores retiraron sus declaraciones en estas circunstancias, aunque la mayoría no cedió. Finalmente, los nazis tuvieron que aceptar que habían sido derrotados y reabrieron las escuelas. Sobre el papel, los profesores eran miembros de NL, pero no se les exigió que se afiliaran al partido nazi, y ningún profesor tuvo que cumplir nuevas obligaciones a causa de la afiliación.

Profesores en el campo de prisioneros de Kirkenes, Noruega, 1942. Imagen tomada del trabajo de la autora. Ver otra imágen de este caso, y más información, en Situaciones históricas de resistencia noviolenta (IV) en esta misma web

Lo que podemos aprender de este ejemplo es que una potencia ocupante depende completamente de la cooperación de la población local para mantener una imagen de funcionalidad y control. En la década de 1950, el académico estadounidense Gene Sharp entrevistó a algunos de los profesores noruegos que habían participado en la huelga. Sharp se convirtió en uno de los escritores más influyentes sobre la lucha sin armas y la teoría de la noviolencia con su libro «The Politics of Nonviolent Action» (La política de la acción no violenta). En él escribe sobre cómo el ejercicio del poder depende siempre de la cooperación y cómo esta idea es crucial para comprender la dinámica de la acción no violenta (9).

EL ESCÉPTICO: De acuerdo, lo entiendo, aunque su ejemplo es muy antiguo. Si esto hubiera sido Ucrania hoy, los rusos simplemente traerían profesores rusos con su propio plan de estudios.

Majken: Lo que sugieres suena muy probable, por eso cada situación debe ser analizada y evaluada en sus propios términos. Aunque cada situación es única, se puede aprender e inspirarse en lo que han hecho otros y otras. En tu caso de los profesores rusos, lo siguiente que se me ocurre es organizar a las madres y padres para que no envíen a sus hijos a esas escuelas. De hecho, hay un ejemplo muy interesante en Kosovo en los años 90, donde la población albanesa de Kosovo creó un sistema educativo paralelo para que sus hijas e hijos no fueran adoctrinados por un plan de estudios serbio. Cientos de miles de niñas y niños participaron en él (10). Podría hablar de eso también, sin embargo, creo que tal vez deberíamos pasar de la educación a otro ejemplo…

EL ESCÉPTICO: Hagámoslo. ¿Qué me dice de la otra idea que ha mencionado, la de boicotear las elecciones locales?

Majken: Como ya he dicho, una potencia ocupante necesita mantener una cierta fachada de legitimidad, por lo que es probable que intente celebrar elecciones con un número limitado de personas candidatas, en lugar de simplemente instalar a alguien. Aunque Rusia es dictatorial, sigue queriendo mantener la imagen de que es una democracia. Una forma relativamente segura de no cooperar es boicotear los actos, simplemente mantenerse al margen y negarse a participar.

EL ESCÉPTICO: Pero eso significaría que las personas en Ucrania no tendrían ningún control sobre quién gana. ¿No es mejor que elijan a la personas candidata menos mala?

Majken: Yo diría que no. Hay relativamente poco que ganar con el candidato menos malo, comparado con la fuerte señal que enviaría una población unida que se negara a participar. Sería una señal para ella misma, así como para otraspersonas observadoras. Aunque las autoridades rusas probablemente intentarían fingir un índice electoral más alto, les seguiría resultando difícil conseguir legitimidad alguna.

EL ESCÉPTICO: Bien, usted habla de los boicots como una forma de no cooperación relativamente segura. ¿También ha hablado de las huelgas como forma de no cooperación?

Majken: Todas las formas de resistencia a la ocupación implican riesgos, por lo que la seguridad de una huelga depende de cómo se lleve a cabo y de lo que hagan las personas huelguistas. La forma tradicional de huelga fue desarrollada por trabajadores y trabajadoras que se negaban a seguir trabajando hasta que el empresariado atendiera sus demandas, como salarios más altos o mejores condiciones laborales. Sin embargo, las huelgas también se han utilizado en muchos conflictos políticos, y pueden desarrollarse de forma creativa para que sean menos arriesgadas.

En Polonia, durante el régimen comunista, las trabajadoras y los trabajadores tenían un largo historial de huelgas convocadas en grandes manifestaciones. En varias ocasiones, acabaron con sangrientos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y con la muerte de trabajadores. Sin embargo, en 1980, cuando se formó el sindicato independiente Solidaridad, los trabajadores y trabajadoras decidieron una táctica diferente. En lugar de marcharse, ocuparon sus fábricas y se atrincheraron en ellas, lo que les hizo menos vulnerables a los ataques de las fuerzas de seguridad. También les brindó la oportunidad de organizar su sindicato y desarrollar sus reivindicaciones sin tener que enfrentarse a las autoridades a cada minuto, lo que lo convierte en un buen ejemplo de resistencia constructiva (11).

En Kosovo, el alumnado de Xhevdet Doda asistió a clase en casas-escuela durante unos pocos meses antes de que profesorado y alumnado «ocuparan» el decrépito edificio del centro de Pristina. Foto: Shyqeri Obertinca. 1990 o -91.

Una situación de ocupación en la que las huelgas fueron vitales para desarrollar la resistencia fue la ocupación nazi de Dinamarca durante la Segunda Guerra Mundial. En distintas ocasiones, las huelgas se extendieron por todo el país de una industria a otra, aunque lo que quiero destacar aquí es la idea de las huelgas de dos minutos que el movimiento de resistencia experimentó como muestra de fuerza hacia el final de la guerra.

En varias ocasiones, el movimiento de resistencia anunció una huelga de dos minutos y, por un momento, Dinamarca se paralizó casi por completo

En varios casos, el movimiento de resistencia anunció una huelga de dos minutos y, por un momento, Dinamarca se paralizó casi por completo. Al ser tan breve, era una forma de resistencia relativamente segura, y era fácil que casi todos los que apoyaban la resistencia participaran. Al mismo tiempo, significaba que el movimiento de resistencia transmitía un sentimiento a los nazis: «Mira cuántas personas danesas escuchan lo que decimos; ¿qué estarán dispuestas a hacer la próxima vez que se lo pidamos?». Después de la guerra, los oficiales alemanes también expresaron que no era problemático enfrentarse a la resistencia violenta, pero se sentían desconcertados e inseguros sobre cómo responder a la resistencia noviolenta. (12)

Después de la guerra, los oficiales alemanes también expresaron que no era problemático enfrentarse a la resistencia violenta, pero se sentían desconcertados e inseguros sobre cómo responder a la resistencia noviolenta

EL ESCÉPTICO: Ahora que ha hablado de diferentes formas de no cooperación, ¿qué le parece utilizar la noviolencia pero siendo mucho más confrontativa?

Majken: En la teoría de la noviolencia, hablamos de acciones de dispersión y acciones de concentración. Las manifestaciones son la forma clásica de una táctica de concentración, en la que se reúne a mucha gente en un mismo lugar, por ejemplo ocupando una plaza central o marchando en grandes multitudes. Tal vez recuerdes las impresionantes imágenes de la plaza Tahrir de Egipto en 2011, donde la gente ocupó la plaza durante semanas. Junto con las huelgas, estas manifestaciones desempeñaron un papel esencial para sacar del poder al presidente Mubarak después de 30 años.

En la teoría de la noviolencia, hablamos de acciones de dispersión y acciones de concentración. Las manifestaciones son la forma clásica de una táctica de concentración

Eso es, por supuesto, una formidable demostración de fuerza si participan muchas personas, pero también te hace vulnerable a ataques directos, como en el caso de la gente trabajadora en Polonia. Cuando esos trabajadores y trabajadoras ocuparon las fábricas, seguía siendo una táctica de concentración, pero le dieron un giro para hacerse menos vulnerables. Sin embargo, si se hubiera ordenado a los militares que asaltaran las fábricas ocupadas, con todos las personas trabajadoras reunidas en un mismo lugar se habría destruido todo el movimiento. En cambio, cuando se utilizan métodos de dispersión, se extiende y se puede demostrar que el movimiento cuenta con muchas personas partidarias, aunque con mucho menos riesgo.

Manifestantes y policía en Baymak, Rusia. Enero de 2024.
Foto: Muzych

En países con una gran población musulmana, la gente se ha subido a los tejados y ha gritado «Allahu Akbar» (Dios es grande) como protesta contra los regímenes dictatoriales. Se trata de una táctica de dispersión y es difícil que el clero de un país musulmán encuentre una razón para prohibir a la gente mostrar su devoción religiosa. En América Latina, es tradición salir a los balcones y golpear ruidosamente cacerolas y sartenes en señal de protesta. Estas protestas, llevadas a cabo dentro de la relativa seguridad del hogar, no pueden por sí mismas amenazar a una potencia ocupante. Sin embargo, indican a la propia gente que quienes participan en la protesta son muchas personas, y eso puede ser un factor que motive a algunas personas a participar en actos más atrevidos.

Los movimientos noviolentos que se basan en muchos métodos diferentes, incluyendo tanto la protesta/persuasión como la no cooperación, la acción directa y la intervención, tienen más posibilidades de alcanzar sus objetivos. También es importante que tengan lugar en diferentes lugares y espacios, y que impliquen a diferentes partes de la población (13). Los movimientos que se basan principalmente en una parte de la población, por ejemplo estudiantes, a quienes reúnen en un solo lugar, son mucho más vulnerables que un movimiento que es diverso y participa en muchos tipos diferentes de resistencia noviolenta.

EL ESCÉPTICO: Eso suena a tácticas de guerrilla. La lucha armada y la no armada deben tener mucho que aprender la una de la otra…

Majken: Sí, en todas las formas de lucha, independientemente de si los medios utilizados son violentos o noviolentos, la gente necesita planificar, elaborar estrategias y entrenarse con antelación. También necesitan leer el juego político y comprender la perspectiva del otro bando. ¿Qué quiere el adversario, qué está dispuesto a sacrificar para conseguirlo y dónde sería más fácil hacerle ceder? Otro aspecto es entender cómo utilizar tus propios recursos de forma inteligente y estratégica. Al principio de la invasión rusa de Ucrania, Rusia llevaba ventaja por ser quien había tomado la iniciativa y por disponer de más soldados y armas. Sin embargo, el ejército ucraniano también ha sido innovador y capaz de sorprender a los rusos, por ejemplo utilizando pequeños drones de forma inesperada. Esta capacidad de «leer el juego» e improvisar es igual de necesaria cuando se trata de la lucha sin armas.

EL ESCÉPTICO: Si hay tantas similitudes, deberían limitarse a utilizar métodos no armados en paralelo a la lucha armada.

Majken: En absoluto. Los medios desarmados y armados no son compatibles porque dependen de una lógica diferente. La lógica militar consiste en tomar el control mediante la fuerza física. Por el contrario, la lucha desarmada contra una ocupación consiste en hacer políticamente imposible que un ejército de ocupación continúe, negándose a cooperar. Mientras que la lucha militar puede beneficiarse de ir acompañada de huelgas y otras formas de no cooperación, una lucha que es principalmente noviolenta no suele beneficiarse de un poco de violencia. Al contrario, cualquier violencia va a ser contraproducente, porque incluso un solo episodio violento puede utilizarse como excusa para reprimir brutalmente toda resistencia.

Al contrario, cualquier violencia va a ser contraproducente, porque incluso un solo episodio violento puede utilizarse como excusa para reprimir brutalmente toda resistencia

En la teoría de la noviolencia se habla de la importancia de mantener una «disciplina noviolenta». Soy consciente de que el sentido común dice a mucha gente que la resistencia violenta es la más eficaz, pero en este caso el sentido común está en realidad completamente equivocado. Las investigaciones que han comparado luchas violentas y noviolentas indican claramente que la noviolencia es más eficaz que la violencia. Erica Chenoweth y Maria Stephan llevaron a cabo esta investigación, que se publicó en el libro «Why civil resistance works» en 2011 (14).

EL ESCÉPTICO: Sí, había oído hablar de esto, pero sigue sonando completamente increíble que la noviolencia pueda ser el método más eficaz.

Majken: También sorprendió a los científicos que estaban detrás. Conocí a Erica Chenoweth poco después de que se publicara el estudio, y me explicó que en realidad esperaban demostrar que los académicos que afirmaban que la noviolencia era eficaz estaban equivocados. Sin embargo, el innovador estudio de Chenoweth y Stephan demostró que, estadísticamente, las luchas principalmente no violentas tienen casi el doble de probabilidades de triunfar que las violentas.

…en realidad esperaban demostrar que los académicos que afirmaban que la noviolencia era eficaz estaban equivocados. Sin embargo, el innovador estudio de Chenoweth y Stephan demostró que, estadísticamente, las luchas principalmente noviolentas tienen casi el doble de probabilidades de triunfar que las violentas.

Esto no significa que las campañas no violentas siempre tengan éxito o que las luchas violentas siempre fracasen, pero es una tendencia muy clara que pudieron documentar. Antes de su estudio, la investigación sobre la no violencia y la defensa de base civil se había basado principalmente en estudios de casos de países individuales, algo difícil de generalizar. Sin embargo, Chenoweth y Stephan pudieron demostrar sin lugar a dudas que las personas que participan en campañas principalmente no violentas tienen muchas más posibilidades de alcanzar sus objetivos que las que deciden optar por la lucha armada.

EL ESCÉPTICO: ¿Pero eso debe ser porque incluyen estudios de campañas noviolentas en democracias, donde la represión no es comparable a lo que ocurre hoy en Rusia o Ucrania?

Majken: No, no incluyen ese tipo de campañas en las democracias. Casos tan conocidos como el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960, que hizo famosos a Martin Luther King y Rosa Parks, no forman parte del estudio. Chenoweth y Stephan decidieron basar su estudio en los casos en los que pensaban que era menos probable que la no violencia tuviera éxito, algo a lo que se refieren como los «objetivos maximalistas» de las campañas. Chenoweth y Stephan recopilaron todas las campañas en las que los movimientos habían intentado derrocar una dictadura, lograr la secesión y luchar contra una potencia ocupante entre 1900 y 2006. En total, fueron 323 casos, tanto violentos como no violentos. Después investigaron cuántos de estos casos fracasaron, tuvieron éxito parcial o lograron alcanzar sus propios objetivos declarados. Así, si el objetivo de una campaña era derrocar a un dictador, el criterio de éxito era que el dictador hubiera sido realmente apartado del poder. Si el objetivo era poner fin a una ocupación, el criterio era que se pusiera fin a la ocupación.

EL ESCÉPTICO: Esto suena muy interesante. Cuénteme más sobre los casos de ocupación.

Majken: Chenoweth y Stephan han clasificado 78 de las campañas como «anti-ocupación». Esto incluye éxitos de campañas no violentas contra la ocupación, como la liberación de Timor Oriental de Indonesia en la década de 1990, y la lucha no violenta del distrito alemán del Ruhr contra la ocupación francesa en 1923. Sin embargo, también incluye fracasos, como en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968, donde estos dos países fueron ocupados por la Unión Soviética, y la resistencia noviolenta espontánea no fue suficiente para impedir las ocupaciones. En cuanto a las ocupaciones, las conclusiones de Chenoweth y Stephan muestran que el porcentaje de éxito de la violencia y la noviolencia es aproximadamente el mismo, 36% y 35% respectivamente. Sin embargo, cuando se trata de éxitos parciales, como la autonomía o el reparto del poder, la no violencia tiene un índice de éxito mucho mayor que la lucha armada.

EL ESCÉPTICO: Pero si la tasa de éxito de la violencia y la noviolencia es prácticamente la misma cuando se trata de ocupaciones, ¿por qué está tan seguro de que una estrategia noviolenta es mejor para Ucrania que la defensa armada?

Majken: Por dos razones. En primer lugar, hay que tener en cuenta las consecuencias de librar una guerra. En mi opinión, el precio que la gente paga en términos de vidas perdidas es sencillamente demasiado alto. Añádase a esto el resultado de la destrucción de infraestructuras, que provoca desastres humanitarios, y la perspectiva de que los conflictos violentos se prolonguen durante décadas. En segundo lugar, no tenemos por qué basarnos únicamente en las lecciones aprendidas de la resistencia noviolenta a las ocupaciones. Existen tantos paralelismos entre las situaciones de ocupación y de cambio de régimen que los movimientos de resistencia pueden inspirarse en campañas anteriores de cambio de régimen. En una dictadura, el pueblo está «ocupado» por su propio gobierno, por eso hay tantos paralelismos. (15)

Sin embargo, la probabilidad de éxito de las campañas violentas disminuyó aún más, por lo que la proporción es ahora de 1:4 a favor de la noviolencia.

En cuanto a las campañas contra el régimen, la tasa de éxito de las luchas principalmente noviolentas es mucho mayor que la de las campañas contra la ocupación, un 59% para la no violencia y sólo un 27% para la violencia. Estas son las estadísticas del estudio original de Chenoweth y Stephan. En un artículo más reciente, Chenoweth muestra cómo la tasa de éxito de las campañas principalmente no violentas llevadas a cabo entre 2010 y 2020 disminuyó, en comparación con las de las décadas anteriores. Sin embargo, la probabilidad de éxito de las campañas violentas disminuyó aún más, por lo que la proporción es ahora de 1:4 a favor de la noviolencia. (16)

6 El relato sobre el clero se basa en Torleiv Austad, Kirkelig motstad: Dokumenter fra den norske kirkekamp under okkupasjonen 1940-45 med innledninger og kommentarer [Resistencia de la Iglesia: Documentos de la lucha de la Iglesia noruega durante la ocupación 1940-45 con introducciones y comentarios] (Kristiansand, Noruega: Høyskoleforlaget, 2005).

7 El relato sobre los maestros se basa en estas fuentes: Nicola Karcher, Kampen om skolen: Nazifisering og lærernes motstand i det okkuperte Norge [La lucha por la escuela: La nazificación y la resistencia de los profesores en la Noruega ocupada] (Oslo: Dreyers Forlag, 2018); Sverre S. Amundsen, ed. Kirkenesferda 1942 (Oslo: Cappelen, 1946); Gene Sharp, Tyranny Could Not Quell Them (Londres: Comité de Publicaciones de Peace News, 1958).

8 Cifras muy variables según la fuente. Para una visión detallada de las diferentes cifras y fuentes, véase Karcher, Kampen om skolen: Nazifisering og lærernes motstand i det okkuperte Norge.

9 Gene Sharp, The Politics of Nonviolent Action (Boston: P. Sargent Publisher, 1973).

10 Howard Clark, Civil Resistance in Kosovo (Londres: Pluto Press, 2000).

11 Majken Jul Sørensen, Stellan Vinthagen y Jørgen Johansen, Constructive Resistance: Resisting Injustice by Creating Solutions (Londres: Rowman & Littlefield, 2023).

12 Jacques Semelin, Desarmados contra Hitler: Civilian Resistance in Europe, 1939-1943 (Westport, CT: Praeger, 1993).

13 Kurt Schock, Unarmed Insurrections: People Power Movements in Nondemocracies, vol. 22, Social Movements, Protest, and Contention (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2005).

14 Erica Chenoweth y Maria J. Stephan, Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict, Columbia Studies in Terrorism and Irregular Warfare (Nueva York: Columbia University Press, 2011).

15 Gracias a Jørgen Johansen por proporcionarme esta forma de explicar los paralelismos.

16 Erica Chenoweth, «El futuro de la resistencia no violenta», Journal of democracy 31, no. 3 (2020).

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