Diálogo: alternativas a la guerra en Ucrania (3) La lógica de la lucha desarmada. Segunda parte.


[La investigadora y profesora noruega Majken Jul Sørensen intenta explicar lo que cree que podría ocurrir en el caso, muy improbable, de que la gente en Ucrania decidiera poner fin a la lucha armada en la guerra y pasar a luchar exclusivamente con la resistencia no armada y la noviolencia. Su interés por los movimientos noviolentos y por la transformación de conflictos, se ha centrado en gran medida en quienes participan en estos movimientos, en sus experiencias y la capacidad de personas y grupos para crear cambios desde abajo.

En línea con nuestro interés en difundir la relevancia histórica del trabajo Porqué funciona la resistencia civil: la lógica estratégica del conflicto noviolento , de Chenoweth y Stephan, hemos decidido igualmente traducir y publicar el texto de la profesora y pacifista noruega Majken Jul Sørensen titulado El pacifismo hoy: un diálogo sobre alternativas a la guerra en Ucrania , en distintas entregas. A la primera entrega inicial de la traducción Diálogo: alternativas a la guerra en Uncrania se puede acudir para localizar enlazadas la totalidad de las entregas que, como ésta de ahora, estamos publicando.]

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¿Por qué?

Majken: Chenoweth aporta algunas explicaciones, aunque antes de hablar de ellas, me gustaría comentar las críticas que ha recibido el estudio de Chenoweth y Stephan.

EL ESCÉPTICO: Adelante.

Majken: Un estudio como éste, que es tan ampliamente conocido, siempre estará expuesto a críticas, por ejemplo, de personas investigadoras que conocen los detalles de algunos de los casos y piensan que han sido mal clasificados. La crítica más sistemática procede de Alexei Anisin, que ha realizado su propio estudio de los mismos casos que Chenoweth y Stephan, además de otros adicionales. Plantea dos cuestiones importantes. En primer lugar, quiere añadir casos adicionales, por lo que se remonta a 1800, en lugar de empezar en 1900, como hicieron Chenoweth y Stephan. En este siglo, no identifica ninguna campaña noviolenta, pero añade una serie de campañas que implicaban algún tipo de violencia, y la mayoría de ellas tuvieron éxito.

Alternativas desde la noviolencia contra la guerra
«¡No! ¡No me obliguen!»
Cartel de protesta del Ruhr, 1923).

Esto, por supuesto, significa que estadísticamente, la probabilidad de éxito aumenta para las campañas violentas. Anisin también argumenta que es demasiado simple con sólo las dos categorías «violento» y «no violento». Por ello, añade dos categorías adicionales, que denomina «violento desarmado» y «violento reactivo». En la categoría de «violentos desarmados» incluye los disturbios, el lanzamiento de piedras, el uso de cócteles molotov y el incendio de coches y edificios. Cuando habla de violencia reactiva desarmada incluye los mismos métodos, pero utilizados como respuesta a la violencia del otro bando (17). Que yo sepa, Chenoweth y Stephan no han comentado las críticas de Anisin, aunque otras tres personas sí lo han hecho. Monika Onken, Dalilah Shemia-Goeke y Brian Martin han escrito una respuesta detallada en la que señalan algunos problemas con la crítica de Anisin. También llevan algunas de las críticas mucho más lejos que Anisin, por ejemplo en lo que se refiere a las categorizaciones de las diferentes campañas. (18)

EL ESCÉPTICO: Creo que esta crítica es muy razonable. Las personas desarmadas también pueden ejercer la violencia, ¡y esta violencia no puede ignorarse!

Majken: Estoy totalmente de acuerdo. Para comprender mejor la resistencia desarmada, creo que es muy importante analizar el efecto del sabotaje, los disturbios y otras formas de violencia desarmada en campañas predominantemente noviolentas. Sin embargo, entonces también tenemos que investigar qué papel desempeñó la violencia desarmada en la lucha; no basta con identificar si estuvo presente o no. Verás, en los estudios estadísticos realizados tanto por Chenoweth y Stephan, como por Anisin, existe una correlación entre violencia/noviolencia y éxito/fracaso, pero la correlación no nos dice nada sobre causa y efecto. En otras palabras, incluso si la violencia desarmada está presente, no significa necesariamente que haya contribuido al éxito de una campaña principalmente noviolenta. ¿Quizás la presencia de la violencia desarmada fue en realidad contraproducente y significó que la lucha duró más de lo que habría durado sin la violencia desarmada?

Para comprender mejor la resistencia desarmada, creo que es muy importante analizar el efecto del sabotaje, los disturbios y otras formas de violencia desarmada en campañas predominantemente noviolentas.

Para responder a una pregunta como ésta, también necesitamos estudios cualitativos en los que analicemos los detalles de cada caso. Un estudio tan detallado podría concluir que la violencia desarmada formó parte integrante de la lucha y fue esencial para el éxito. Sin embargo, en otros casos, el análisis podría mostrar que los disturbios fueron la excusa para que un régimen actuara con aún más mano dura. Este tipo de estudios también pueden darnos explicaciones sobre el efecto de la violencia. Ya hemos comentado que en la teoría de la noviolencia hay un argumento de peso para mantener la disciplina noviolenta. Está respaldado por la explicación lógica de que la presencia de incluso pequeños actos de violencia puede ser contraproducente porque pueden utilizarse fácilmente como excusa para tomar medidas enérgicas contra todas las personas que se resistan. No creo que Anisin proporcione una buena explicación de cómo una lucha podría beneficiarse de la violencia desarmada de una manera que compense el riesgo de brutalidad del régimen.

EL ESCÉPTICO: Aunque este escritor crítico no escriba sobre ello, hay muchos argumentos a favor de utilizar el sabotaje y los disturbios.

Majken: Absolutamente, hablemos del beneficio potencial del sabotaje y los disturbios, pero recordemos también el riesgo que entrañan. En mis propios escritos académicos, he criticado la literatura sobre la noviolencia por glorificar y simplificar la resistencia noviolenta danesa a la ocupación nazi. En su afán por mostrar cómo la noviolencia puede ser eficaz e inspirar a otros, algunos de los autores que escriben sobre Dinamarca tienden a simplificar una situación muy compleja. Pasan por alto las divisiones internas tanto entre la población danesa como entre la alemana, e ignoran cómo las condiciones de la ocupación cambiaron considerablemente durante la guerra. Los cambios se produjeron tanto por la política interna danesa como por las crecientes pérdidas militares de Alemania durante la guerra.

Esto requiere una evaluación abierta del papel del sabotaje y los disturbios, considerando tanto cómo pueden apoyar las acciones noviolentas, como cuál puede ser el precio del sabotaje y los disturbios.

Algunos autores tampoco hablan de cómo el sabotaje del movimiento de resistencia contra el ferrocarril y las fábricas que producían bienes necesarios para el esfuerzo bélico alemán estaba entrelazado con formas noviolentas de resistencia. Los daneses pagaron un alto precio cuando los nazis ejecutaron a civiles al azar como venganza por el sabotaje, aunque la gente del movimiento de resistencia continuó porque pensaban que era un precio que merecía la pena pagar. Tanto durante la guerra como después de ella estaba muy extendida la creencia de que el sabotaje de los ferrocarriles tenía un profundo impacto en la capacidad alemana para hacer la guerra al retrasar el envío de tropas y mercancías. Este mito sobre el efecto del sabotaje ferroviario debería haber sido aplastado en 1971, cuando un historiador danés documentó que tuvo muy pocas consecuencias prácticas para el ejército alemán, y que el retraso máximo causado por el sabotaje fue de dos días (19). Sin embargo, durante la guerra, la gente en Dinamarca no lo sabía. Parece razonable suponer que las acciones de sabotaje pudieron tener un efecto importante en la moral de la gente, aunque el historiador no investigó este aspecto del sabotaje ferroviario.

El sabotaje y los disturbios también podrían desempeñar un papel cuando impiden que el ocupante tenga la calma que anhela. Significa que más personal y otros recursos se dedican a mantener la ocupación y no pueden utilizarse para luchar en el frente. Creo que es necesario que los estudiosos de la noviolencia debatan mucho más sobre estos aspectos. Esto requiere una evaluación abierta del papel del sabotaje y los disturbios, considerando tanto cómo pueden apoyar las acciones noviolentas, como cuál puede ser el precio del sabotaje y los disturbios. Tal vez la adopción menos arriesgada de métodos no violentos sin sabotaje ni disturbios pueda ser suficiente para perturbar la calma y mantener alto el espíritu de lucha. Ya he mencionado algunas opciones en relación con Ucrania, y esto es algo que podría estudiarse más en casos históricos.

Alternativas desde la noviolencia contra la guerra
La huelga popular de Copenhague de 1942
Alternativas desde la noviolencia contra la guerra
Miembros del Consejo Danés de la Libertad tras la Ocupación

En Dinamarca, durante la Segunda Guerra Mundial, el Consejo de la Libertad, que coordinaba el movimiento de resistencia, escribió en un informe interno que las huelgas estaban causando más daño al esfuerzo bélico alemán que los disturbios y el sabotaje. Esta apreciación se escribió después de un acontecimiento en 1944 conocido como «la huelga popular», cuando el movimiento de resistencia llevaba años realizando sabotajes (20). Sin embargo, este conocimiento es casi desconocido en Dinamarca, donde aún prevalece la narrativa dominante sobre el heroico sabotaje. (21)

EL ESCÉPTICO: Vale, ha sido interesante oír hablar también de Dinamarca y conocer algunos matices sobre el papel del sabotaje. Pero hay muchos problemas con tu estudio favorito, y todavía no has respondido a mi pregunta sobre por qué crees que la noviolencia será el mejor camino para los ucranianos.

Majken: Para que conste, el estudio de Chenoweth y Stephan no es mi favorito, y lo que me parece interesante no son las cifras exactas, sino la tendencia general que muestra. Para mí no hay duda de que, desde 1900, la noviolencia ha demostrado ser más eficaz que la violencia a la hora de derrocar dictadores y ocupaciones. Chenoweth también tiene un interesante debate sobre las razones del reciente descenso en el índice de éxito de las campañas no violentas. Uno de los factores que señala es que los regímenes autoritarios y los ocupantes también aprenden y observan. (22)

Esto significa que a los dictadores actuales les aterroriza la organización noviolenta, e inician su represión antes y con más fuerza de lo que lo habrían hecho las dictaduras anteriores.

Es posible que en el pasado los dictadores no se sintieran amenazados por la organización noviolenta, porque también eran víctimas del mito popular de que sólo la violencia conduce a un cambio real. Hoy en día, han visto cómo un régimen tras otro se desmoronaba tras levantamientos noviolentos. Esto significa que a los dictadores actuales les aterroriza la organización noviolenta, e inician su represión antes y con más fuerza de lo que lo habrían hecho las dictaduras anteriores. Las autoridades rusas son un buen ejemplo de ello, del que espero que podamos hablar más adelante.

En la era anterior a Internet, los movimientos se veían obligados a crear una infraestructura para reunir a la gente, lo que creaba movimientos resistentes a largo plazo.

El hecho de que los dictadores aprendan está fuera del control de los movimientos de oposición, sin embargo, Chenoweth también apunta hacia otras posibles explicaciones del descenso de la tasa de éxito en las que pueden influir los propios movimientos. En primer lugar, explica que, aunque hemos sido testigos de impresionantes concentraciones de un gran número de manifestantes entre 2010 y 2020, una tendencia general es que estos movimientos han sido más pequeños en su punto álgido en comparación con los movimientos no violentos de las décadas anteriores. Se trata de un cambio importante desde que el primer estudio de Chenoweth y Stephan demostró que uno de los factores del éxito de los movimientos no violentos es su capacidad para movilizar a una gran parte de la población de todos los estratos sociales.

Chenoweth también llama la atención sobre el hecho de que los movimientos recientes se han basado demasiado en las manifestaciones masivas, lo que los hace mucho más vulnerables a la represión que los movimientos que incluyen un repertorio más amplio de métodos no violentos, como ya hemos comentado. Añadir la no cooperación al repertorio de acciones también tiene un potencial mucho mayor de causar daños económicos a un régimen o a un ocupante. Un tercer factor que señala Chenoweth es que los movimientos recientes se han basado en la organización digital, lo que los hace vulnerables a la vigilancia.

Zeynep Tufekci es otra investigadora que ha escrito sobre este aspecto concreto de la organización, demostrando cómo la posibilidad de reunir rápidamente a grandes multitudes tiene un precio. En la era anterior a Internet, los movimientos se veían obligados a crear una infraestructura para reunir a la gente, lo que creaba movimientos resistentes a largo plazo. En la actualidad, esta capacidad de resistencia debe construirse de forma diferente, lo que significa que los movimientos deben ser conscientes de que no basta con reunir a la gente para ejercer presión política. (23)

Sin embargo, todo esto es algo de lo que los futuros movimientos, también en Ucrania, pueden aprender y abordar cuando se organicen, elaboren estrategias y se formen.

El último factor que Chenoweth señala en su artículo es que hoy en día cada vez más movimientos incluyen flancos radicales que recurren a la violencia, socavando así la disciplina noviolenta y dando a los regímenes excusas para una dura represión. Parte de esta violencia está orquestada por infiltrados del gobierno porque proporciona a los regímenes excusas para reprimir toda resistencia. Sin embargo, todo esto es algo de lo que los futuros movimientos, también en Ucrania, pueden aprender y abordar cuando se organicen, elaboren estrategias y se formen. Así, los futuros participantes en los movimientos pueden ser muy conscientes de la lógica única de la noviolencia, que difiere completamente de la lógica militar.

EL ESCÉPTICO: ¿Qué quiere decir con eso?

Majken: La lucha no armada se basa en la lógica de que un bando armado, en este caso, una potencia ocupante, y un bando no armado operan de maneras muy diferentes. Gene Sharp, a quien he mencionado anteriormente, habla de «jiu-jitsu político». Como probablemente sepas, en el jiu-jitsu y en algunas otras artes marciales asiáticas utilizas la propia fuerza de tu oponente contra sí mismo. Si viene hacia ti con toda su fuerza, conviertes toda esa fuerza en tu contramovimiento, de modo que pierde el equilibrio y cae. Esa es también la lógica de la lucha sin armas. Cuando el poder de ocupación ruso ataca a los resistentes desarmados con toda su fuerza, reprimiéndolos y matándolos, tienes que convertir esa fuerza en tu contragolpe.

Otro estudioso de la noviolencia, Brian Martin, ha desarrollado la teoría de Sharp y ha estudiado la dinámica de cómo hacer que un ataque sea contraproducente (24). Por ejemplo, se trata de exponer lo que ocurre para que quienes se preocupan por lo que hacen las autoridades rusas se preocupen. Ahora bien, la gente en Occidente ya está preocupada, así que no es a ellos a quienes quieres dirigirte. Quieres comunicarte con civiles dentro de Rusia que actualmente podrían ser indiferentes o apoyar al régimen de Putin, así como con países que actualmente no son muy críticos con el gobierno ruso. Actualmente, serían estados como Brasil, China, Indonesia y Sudáfrica.

EL ESCÉPTICO: Eso suena interesante, quiero oír más sobre eso en un minuto. Pero antes, me gustaría volver al tema del riesgo, del que creo que aún no hemos hablado lo suficiente.

[Continúa en una próxima entrega. Ver el índice y enlaces a las entregas]



Imagen destacada: Foto histórica de un motín en 1944 frente a los almacenes Nørrebro, Copenhague, durante la huelga popular contra la ocupación alemana de Dinamarca. Foto original de Frihedsmuseets fotoarkiv; Frihedsmuseet, Copenhague, Dinamarca. http://samlinger.natmus.dk/FHM/14382

17 Alexei Anisin, «Debunking the Myths Behind Nonviolent Civil Resistance,» Critical sociology 46, no. 7-8 (2020).
18 Monika Onken, Dalilah Shemia-Goeke y Brian Martin, «Learning from Criticisms of Civil Resistance», Sociología crítica 47, nº 7-8 (2021).
19 Claus Bundgård Christensen y otros, Danmark Besat: Krig Og Hverdag 1940-45, 3. reviderede udgave ed. (København: Information, 2009).
20 Lennart Bergfeldt, «Experiences of Civilian Resistance: The Case of Denmark 1940-1945» (Doctorado, Universidad de Uppsala, 1993).
21 Majken Jul Sørensen, «Glorications and Simplications in Case Studies of Danish Wwii Nonviolent Resistance», Journal of Resistance Studies 3, nº 1 (2017).
22 Véase también William J. Dobson, The Dictator’s Learning Curve: Inside the Global Battle for Democracy, Primera ed. (Nueva York: Doubleday, 2012).
23 Zeynep Tufekci, Twitter and Tear Gas: The Power and Fragility of Networked Protest (New Haven: Yale University Press, 2017).
24 Brian Martin, Justice Ignited: The Dynamics of Backfire (Lanham: Rowman & Littlefield, 2007).

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